UE-Mercosur: Argentina podría ceder en el agro a cambio de inversiones industriales
7 de diciembre de 2017Recomendaciones para el entore y pensando en el verano
7 de diciembre de 2017La firma del acuerdo entre el Estado uruguayo y la
empresa finlandesa UPM es un hito muy importante, y
todos deseamos fervientemente que las negociaciones
culminen exitosamente en la construcción de una nueva
planta de celulosa.
El documento divulgado explicita las acciones a que se
compromete el gobierno uruguayo para que se radique tan
importante inversión. Se trata ni más ni menos que
soluciones particulares al gran problema que enfrenta todo
el sector productivo nacional: la pérdida de competitividad
que determina que el país se encuentre en una situación
desventajosa frente a los demás, en el contexto comercial
mundial.
Este problema va mucho más allá del tipo de cambio real
o del costo de la mano de obra medida en dólares y refiere
a rigideces estructurales, como ser, una elevada presión
fiscal, una infraestructura inadecuada o las dificultades
para acceder a mercados externos en condiciones más
favorables.
Todo ello se traduce en menores niveles de inversión y en
particular, en la dificultad creciente de la producción
uruguaya para incorporar trabajo a los bienes que pueden
ser exportados.
Esta realidad la reflejan algunos estudios sobre la
competitividad de los países, como es el caso del World
Economic Forum, cuyo reporte sobre competitividad se
elabora desde 1979 con una metodología que se va
mejorando y profundizando con el tiempo. En este ranking
mundial la evaluación de nuestro país muestra un mal
resultado comparativo en lo que tiene que ver con lo
laboral.
De acuerdo al estudio de competitividad 2017/18 de esta
organización, Uruguay ocupa el lugar 76 en un total de
137 países evaluados. De los distintos aspectos
considerados para la evaluación, el punto más débil es el
de las condiciones para que el mercado laboral sea
eficiente. En lo laboral estamos cerca del fondo de la tabla,
con la posición 121 en 137. Es una señal clara de que hay
que mejorar en este rubro si se quiere seguir creciendo.
Al analizar los distintos elementos evaluados para tratar de
entender en qué aspectos hay que mejorar surge que el
rubro “cooperación en la relación empleado – empleador”
nos encuentra en el nivel 131 de 137. Pésimo nivel en algo
que, aparentemente, no debería ser tan complicado dada la
tradición de diálogo que existe en nuestro país y el
antecedente de la cantidad de años de crecimiento
económico que traemos al 2017.
La búsqueda y potenciación de áreas de interés común
entre los empresarios y los empleados empieza por la
mejora en el clima de cooperación. Cada uno defendiendo
lealmente sus intereses pero entendiendo que en el mundo
actual, y en la lucha por el trabajo de los uruguayos, más
que antagonistas, son socios, una tarea impostergable que
sólo será exitosa si en la competitividad de nuestros
productos todas las partes comprenden que hay áreas en
que hay que tirar para el mismo lado.
El tercer actor en esta relación calificada como de las
peores en todo el mundo es el Estado. Esto es, hay dos
partes que presentan fricciones y un Estado que no alcanza
a lograr el mejor clima entre las partes. Y ello más allá del
gran número de acuerdos que se hayan alcanzado en las
últimas rondas de las negociaciones salariales, que muchas
veces son una estadística pero no un índice real de
predominancia de la dosis de cooperación sobre la dosis
de conflicto en algunas áreas vitales.
Aún si se supera la barrera de la “no cooperación”, otros
temas donde Uruguay está muy por debajo de sus
competidores en el mundo marcan la agenda sobre la que
tenemos que trabajar. En primer lugar, es deficiente la
“Flexibilidad para determinar el salario” (Uruguay está en
el puesto 135 en 137). Sin embargo, existen algunos
elementos que permiten ser medianamente optimistas,
dados los cambios que se están procesando en el
comportamiento de la sociedad. En tal sentido, las
posibilidades de convergencia entre empleadores y
trabajadores están allí. Las empresas cada vez necesitan
ofrecer mecanismos de remuneración diferentes y las
personas con el ingreso de las nuevas generaciones al
mercado de trabajo reclaman otro tipo de relación, más
allá de un sueldo fijo por una tarea predeterminada y
repetitiva.
El segundo punto es el “Efecto de los impuestos en el
incentivo para trabajar” (Uruguay tiene el puesto 132 en
137). Es claro que la competitividad del país siente el
impacto de la presión fiscal y eso es peor cuando la
calidad del gasto público no llega a cubrir las mínimas
expectativas de los contribuyentes sobre todo en los
cometidos esenciales del Estado.
Un tercer tema en el que nos ubicamos muy abajo en el
contexto internacional son las “Prácticas de contratación y
despido” (Uruguay ocupa el puesto 126 en 137). La
rigidez de las categorías laborales así como acerca de las
tareas que pueden realizar los empleados, entre otras
limitaciones al legítimo ejercicio del poder de dirección
del empleador, están perjudicando a las empresas que
desean competir y al mismo tiempo no están satisfaciendo
el deseo que muchas veces tienen los trabajadores. Una
empresa uruguaya que desee competir hoy en cualquier
mercado necesita tener una capacidad de respuesta y
creatividad para responder a los cambios en las
condiciones de demanda. Hay que suplir la falta de escala
con innovación y creatividad para ocupar espacios
pequeños de mercado. La rotación de la gente en los
puestos de trabajo es cada vez más común “porque está
aburrida de hacer lo mismo o de tener una trayectoria
laboral poco atractiva por delante”.
Hay un cuarto tema por el cual nos ubicamos en el peor
grupo del mundo que es el “Vínculo entre paga y
productividad”. Esta variable mide el uso eficiente del
talento en el país y es un coletazo más de la rigidez de las
categorías laborales, fijas por ramas, y una estructura de
salarios mínimos por categorías. La preeminencia absoluta
que la ley asigna a la negociación colectiva por rama de
actividad por sobre la negociación colectiva por empresa
no contribuye a solucionar estas graves carencias, y a
veces las incrementa.
La mejora de la competitividad de la economía uruguaya
exige trabajar sobre una amplia gama de aspectos a los que
hay que encontrar una solución que alcance a todo el
sector productivo, pero en esta breve lista de temas
estrechamente vinculados con el ámbito de negociación
salarial la invitación a la acción ya se acerca a ser un
clamor que refleja una necesidad nacional. El trabajo de
todos los uruguayos, sin excepciones, se juega en la
partida.
Cámara Mercantil de Productos del País (CMPP)