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28 de noviembre de 2016Candidatos consejo directivo
28 de noviembre de 2016El presidente del SUL vuelve a hacer una ensalada de términos para acabar diciendo nada. Había sido citado a la Comisión de Ganadería y Agricultura de la Cámara de Diputados, para opinar sobre el proyecto de ley de creación del Fondo para la Investigación y la Promoción de la Carne Ovina pero terminó enredado en su propia confusión.
Vayamos por partes. Gambetta sostiene que el llamado “cordero pesado” es carne de calidad. Esa denominación encierra la típica trampa del que juega solo y no admite perder, ni con él mismo. Según la clasificación que se le da en nuestro país, para no entrar en una discusión que nos lleve a comparar términos con el resto del mundo, lo que aquí se le llama así es al borrego de dos dientes, a la siguiente primavera después de la parición. Un animal de un año, que atravesó un invierno, no tiene las mismas cualidades que lo que en el mercado de la carne ovina se conoce como carne de cordero (lamb). En Uruguay se dibujó ese término para juntar dos cosas que en las razas especializadas van unidas. Ese llamado “cordero pesado”, no alcanzó los kilos necesarios en su mejor momento, y para que los alcance tendrá que esperar un año en el campo. Las razas especializadas en producir carne de calidad superan ese peso en cinco o seis meses, y eso es lo que demuestran los concursos de corderos con juzgamiento post mortem, como el que acabamos de tener en Sarandí del Yi. No es un hecho aislado, es lo que venimos viendo desde hace años pero que Gambetta no quiere reconocer.
No me estoy refiriendo a la raza Texel, que ganó los tres primeros lugares y otros tantos más abajo, sino a la carne ovina de calidad, genéricamente hablando. Las mejores condiciones de la carne ovina está en los primeros meses de vida de un cordero, con un tenor graso moderado, donde lo que se ofrece es lo que en los mercados internacionales vale más. ¿Para qué mezcla el tema lana, como si las razas carniceras que existen en el país no vendieran su lana?
Después de todas las ya muy repetidas autoalabanzas que hace a la institución que dirige, no explica, una vez más, por qué si todo es tan maravilloso como él dice el stock ovino sigue cayendo. También discute con Dicose, y dice que está equivocada, que no cayó lo que los datos que surgen de las declaraciones juradas dicen. Según Gambetta el stock ovino no se retrajo en 350 mil animales, sino que, por el contrario, aumentó en 100 mil. Gambetta sabe que no se encuentran corderos por ninguna parte. Los semilleristas se las ven negras para conseguir la tercera parte de corderos que solían meter en el campo. Por más que Gambetta diga lo que diga el stock sigue cayendo, y decir otra cosa es querer tapar el sol con un dedo. Si todo está tan bien, ¿por qué el stock ovino perdió 20 millones de animales en sólo 25 años? Gambetta no es sincero con los productores y tampoco, ahora, con los diputados. Él debería saber muy bien que el negocio de la carne ovina está en el cordero, y de lo que él habla es de algo a lo que Uruguay ha debido recurrir en plena caída libre. Gambetta está como aquel que viene cayendo de un décimo piso y al llegar al tercero mira para abajo y se consuela: “Hasta ahora voy bien”. No, Gambetta, los que no van bien son los productores ovejeros, que no están siendo orientados hacia lo que es el mejor negocio ovino: lana fina y carne de calidad.
Como presidente del Secretariado Uruguayo de la Lana vuelve a defraudar. Pudo haber aprovechado la ocasión que le estaba ofreciendo la Cámara de Diputados para ofrecer una buena alternativa al país. Usted defiende el cordero pesado, muy bien. Tiene un mercado para ese tipo de producción. Ese tipo de ovino, que demora en prepararse, y que es mayoritario en el país, tiene el mercado de los precios bajos, pero que hoy puede embarcar cantidad, no buena calidad, pero hace un número. Usted podría haber dicho a los diputados que el país tiene la posibilidad de romper la estacionalidad de la carne ovina, que es un problema para muchos países, pero dado el retraso que llevamos se nos presenta como una oportunidad, ¿no se le ocurrió al señor presidente del SUL? Imagine una zafra entre fines de noviembre y mayo, y otra entre la primavera y noviembre. En ese esquema debería moverse Uruguay, hasta que la composición de la majada nacional consiga su óptima ecuación de lana y carne de calidad. Pero a usted, que tiene a buena parte del negocio ovino secuestrado, no se le ocurre que las razas especializadas en proporcionar corderos precoces tienen todo ese primer segmento de la oferta ovina disponible en Uruguay, y que debería ser aprovechado sin perder tiempo en impulsar un Programa Nacional de Cruzamiento Ovino.
Cuando hablamos de razas carniceras hablamos de lo que internacionalmente se entiende por razas productoras de carne de calidad. No haga trampas, Gambetta. Por suerte hubo gente que apostó a importar genética de esas razas. Ellos la tuvieron clara, usted no, y reincide en su error. No debería preocuparse, porque en cualquier programa de cruzamientos la raza mayoritaria en el país tiene los vientres que se necesitan para un gran Programa Nacional de Cruzamiento Ovino. Eso se hará con el SUL o sin el SUL. Ya lo están haciendo los productores, que quieren tener un peso en el bolsillo, y no un rompecabezas como propuesta de su institución. No le tenga miedo al cambio, Gambetta, porque se hará de cualquier forma, y con la ley que usted fue a bombear tal vez hubiese sido más fácil, y menos oneroso para el país, porque lo que la ley propone es que lo financie el propio sector ovino ¿o quién debe financiar un fondo que va a contribuir a sacar a la oveja del pozo?
Una vez más, Gambetta desde arriba del ponny, nos dice cosas que ni él entiende. El SUL puede ser una institución muy útil para el futuro de la ovinocultura, pero así como va es probable que tenga que volver a vender la sede para pagar los vaivenes de su Dirección.