Por Martin Ferreira Pinto

En tiempos donde los mercados parecen depender de decisiones políticas impredecibles, la resiliencia del sector agropecuario vuelve a ponerse a prueba. La reciente imposición de aranceles por parte del gobierno de Estados Unidos ha generado revuelo en todo el sistema de comercio internacional, y en particular, en el rubro de las carnes, donde países como Uruguay y Argentina juegan un rol clave como exportadores.

La lógica indicaría que una medida proteccionista del principal actor económico del mundo debería traducirse, casi automáticamente, en un freno a las exportaciones, una caída de precios o una retracción del mercado. Sin embargo, en diálogo con el consultor argentino Víctor Tonelli, dejó en claro que a diferencia de ello, lo que ha ocurrido en estas primeras semanas desde el anuncio dista mucho de esa expectativa pesimista.

“Las primeras reacciones no han sido negativas, sino todo lo contrario”, afirmó Tonelli a Actualidad Agropecuaria, señalando que China, el mayor importador mundial de carne vacuna, ha incrementado los precios que paga por nuestras carnes en más de un 20% en apenas dos semanas. Y no sólo eso, Europa ha mostrado valores históricamente altos para las cuotas Hilton, y Estados Unidos ha aumentado en un 35% el volumen de carne importada en el último año.

Estos movimientos, lejos de consolidar una tendencia negativa, abren una ventana de oportunidad que no debe pasar desapercibida. La explicación no está en un solo factor, sino en la confluencia de varios: una demanda global sólida, una oferta limitada (particularmente desde Oceanía y Paraguay), y un mercado que, aunque tensionado, sigue reconociendo el valor y la calidad de la carne sudamericana.

El impacto del arancel del 10% que impuso EE.UU. no ha sido, hasta ahora, un muro infranqueable. Como explica Tonelli, “se está absorbiendo parcialmente entre consumidores, distribuidores y exportadores”, lo que sugiere que el mercado internacional, aunque afectado, no ha perdido dinamismo. La clave está en cómo se distribuye ese nuevo “costo” dentro de la cadena. Y en este momento, el apetito por la carne parece ser suficientemente fuerte como para soportarlo.

China también fue foco de análisis. Algunos rumores sobre posibles medidas de salvaguarda o proteccionismo por parte del gigante asiático encendieron alertas. Pero Tonelli fue categórico, «no hay evidencia de que los precios de exportación hacia China hayan sido dumping o estén por debajo de los valores internacionales. Más bien, se trataría de un – gesto político – hacia su propia industria local, que es altamente ineficiente y enfrenta costos de producción muy elevados. Un mensaje para calmar las aguas internas, más que una verdadera intención de cerrar su mercado», dijo.

Este contexto presenta un escenario con desafíos, pero también con enormes posibilidades. En el caso de Uruguay, donde más del 80% de la carne producida se exporta, estos movimientos deben ser leídos con atención. Se requiere inteligencia comercial, diplomacia activa, diversificación de mercados y una capacidad continua de adaptación.

Argentina, por su parte, vive un proceso particular. Luego de años de restricciones cambiarias, retenciones e intervencionismo, el gobierno actual ha tomado un rumbo diferente. Tonelli destaca la eliminación del cepo y la unificación cambiaria como un cambio radical: “tener un solo tipo de cambio es extraordinario”. El campo argentino, sostiene, se encuentra en buen estado. La cosecha será buena gracias al retorno de las lluvias, y si bien los precios internacionales no son brillantes, hay margen para que el agro continúe siendo el motor de la economía.

Pero.. no todo es color de rosa. El tipo de cambio real sigue presionado, y los costos fiscales continúan siendo una mochila pesada. La agroindustria, en particular, enfrenta más dificultades por la persistencia de algunas retenciones y un entorno impositivo complejo. Pero incluso allí, el ánimo es otro: “cuando se apaga el micrófono, la mayoría de los actores están ilusionados”, destaca Tonelli.

En definitiva, este comienzo de año deja una lección valiosa, «no siempre la incertidumbre es sinónimo de crisis». A veces, detrás del ruido de las tensiones geopolíticas, aparecen oportunidades que sólo pueden aprovechar aquellos que están atentos, bien posicionados y dispuestos a adaptarse.

El mercado internacional de la carne está cambiando. Y para países como Uruguay y Argentina, que saben producir con calidad, trazabilidad y compromiso sanitario, este puede ser el momento de consolidar su lugar en el mundo. No se trata de dormirse en los laureles, sino de redoblar esfuerzos para mantener la competitividad, abrir nuevos destinos y sostener la confianza en nuestras cadenas productivas.

La carne es mucho más que un producto de exportación: es identidad, es cultura, y es motor económico. Saber leer el mundo y actuar en consecuencia será clave para no dejar pasar esta oportunidad.