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28 de septiembre de 2016Por Eduardo Blasina
La pasada Asamblea General de Naciones Unidas acaparó la atención porque el presidente de nuestro país, Tabaré Vázquez presentó el caso Philip Morris y fue premiado por su defensa de la salud pública. Exceptuando el canal oficial, los demás canales no asignaron presupuesto a cubrir esta instancia que tuvo un tema de importancia cualitativa para Uruguay. Fue solo la cuarta Asamblea en la historia de Naciones Unidas que estuvo dedicada a la salud. Hubo una dedicada al Ebola, no hace mucho, una dedicada al Hiv, otra a enfermedades no transmisibles, y la de este año. El eje de la Asamblea de las Naciones Unidas 2016 fue la guerra a la resistencia bacteriana. Los productores agropecuarios entienden claramente de que va la resistencia de un ser vivo al ataque que recibe de un producto que le resulta tóxico. Desde la yerba carnicera a los parásitos gastrointestinales de los ovinos o las garrapatas dan testimonio de los problemas que genera una dosis persistente de un producto. El ser vivo innova, evoluciona y se vuelve invencible.
Eso es lo que nos está pasando a los humanos con los antibióticos. Suministrados sin ton ni son, hacen más resistentes a los antibióticos. Y a veces la carne es fuente de antibióticos.
Pero el novillo típico de pasturas, criado con “dos canchas de fútbol por animal” no necesita antibióticos y ahí hay un camino de diferenciación que difícilmente tenga retorno. Así como la humanidad tratará de sustituir el petróleo hasta que no se use más como consecuencia del cambio climático, es muy probable que la producción animal tenga que renunciar paulatinamente a los antibióticos hasta renunciar a su uso. De lo contrario volveremos a la medicina de los tiempos de Saravia, donde una herida menor causaba la muerte por infección.
“Pone al nivel que le corresponde la realidad de las resistencias bacterianas, que están poniendo en riesgo a la medicina moderna», dijo sobre la resolución de Naciones Unidas José Miguel Cisneros, vicepresidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) al diario El Mundo de España. «Si no se ponen los medios para atajar el problema, en unas décadas podríamos volver a la era anterior al descubrimiento de los antibióticos. Y que no se puedan realizar trasplantes o cirugías complejas porque no se puede hacer frente a las bacterias», añadió. Espera que la lucha contra la amenaza de los patógenos resistentes reciba el mismo impulso que la inclusión en la agenda de la ONU dio al combate contra el sida en 1996.
El acuerdo votado en la ONU implica tres compromisos que deben cumplirse en un plazo de dos años.
1)Desarrollar sistemas regulatorios y de vigilancia para el uso de estos fármacos en humanos y animales.
Se promoverá el desarrollo de nuevos productos
3) Se mejorará la formación tanto de profesionales sanitarios como de la población en general.
Tenemos que aprender a usar muy bien estos fármacos, porque el mal uso y el abuso son una causa directa de resistencias», explicó Cisneros.
Esto parece un tema meramente médico. Pero el mismo Cisneros subraya en la nota que es fundamental coordinar a las distintas áreas que recurren al uso de antibióticos, como la medicina humana, la agricultura o la ganadería.
Todo el que use antibióticos será regulado. Todo el que no los use –y pueda demostrarlo- será premiado. Es un antes y un después para la medicina y la ganadería pastoril diferenciada de Uruguay.