PRECIOS Y VALORES A CARGO DE LA CAMARA MERCANTIL DE PRODUCTOS DEL PAIS
20 de marzo de 2018BOLETIN DE LA CAMARA MERCANTIL DE PRODUCTOS DEL PAIS
20 de marzo de 2018En un contexto de medidas específicas para algunos subsectores del agro resulta
trascendente analizar cuáles son las claves que mueven este sector y sus decisiones
financieras.
Por: Darío Andrioli*
Desafíos de la coyuntura
En las decisiones productivas y financieras
de los productores agropecuarios es clave
la rentabilidad esperada, fuertemente
incidida por la evolución de los precios internacionales
y de los costos de producción
que impacta en los resultados económicos
y finanzas de las empresas del agro.
Actualmente está afectando la incidencia
negativa de altos costos de producción agrí-
colas en dólares por la trayectoria de un
tipo de cambio estable y aumentos de algunos
factores de costo como energía y salarios.
En el contexto actual varias de las empresas
agrícolas tienen rentabilidad muy reducida,
nula o negativa, a excepción de los productores
de soja con altos rendimientos productivos.
En la rentabilidad de cada productor incide
también sus características productivas, si
arrienda o es propietario de la tierra y su situación
de endeudamiento.
La evolución de los precios internos y de la
cotización del dólar en Uruguay ha determinado
una importante pérdida de
competitividad. Los datos del Banco Central
presentan una pérdida efectiva global en el tipo de cambio real de 25% desde 2009. Por
su parte, estudios de OPYPA respecto al tipo
de cambio real agropecuario -que consideran
la evolución de precios mayoristas agropecuarios
y la cotización del dólar respecto de
los socios comerciales del agro- muestran una
caída de 15% desde 2009.
Si bien en 2017 se incrementaron las inversiones
y exportaciones agrícolas, se observan
dificultades en la rentabilidad,
competitividad y situación financiera de los
productores, como lo muestra la baja del
área sembrada y el aumento de la morosidad
del agro en el sistema bancario.
Baja de área y producto estable
En la zafra agrícola 2016-2017 el área sembrada
de los principales seis cultivos de
nuestro país fue de 1,8 millones de hectáreas,
de acuerdo con información de Estadísticas
Agropecuarias del Ministerio de Ganadería,
Agricultura y Pesca. En consecuencia, bajó 5%
respecto de la campaña anterior y consolidó
la trayectoria descendente observada desde
2015, luego de un máximo de 2,4 millones de
hectáreas en 2014.
Sin embargo, debido a factores climáticos, se dio en el
año un gran desempeño productivo de los cultivos de
verano, en particular de la soja que tuvo un rendimiento
52% superior a la zafra 2016 y un 29% superior al promedio
del último quinquenio.
El desempeño agrícola antes mencionado contribuyó al
aumento de 6% del producto agropecuario del primer
semestre de 2017, mientras que en el tercer trimestre
2017 el agro decreció 2% en términos interanuales.
OPYPA estima para el producto agropecuario un leve aumento
de 0.5% en 2017, con incremento de pecuaria y
descenso de agricultura y silvicultura. Por su parte, para
2018 proyecta crecimiento nulo del producto determinado
por aumento del PIB pecuario de 0.9% y descenso del
PIB agrícola de 1.4%.
Presión del endeudamiento
El nivel de endeudamiento bancario actual del agro del
orden de U$S 2.400 millones, representa el doble que en
2010 y determina una relación de deuda/producto del
sector de 75%. Según la última información disponible,
los préstamos bancarios del sector agropecuario tuvieron
un leve aumento de 0,6% en los doce meses cerrados
a noviembre de 2017.
En el volumen del crédito bancario al agro están incidiendo
tanto factores de la oferta como de la demanda del
crédito. Por el lado de la oferta influyen las expectativas
de las instituciones bancarias sobre la rentabilidad del
sector y el comportamiento en el cumplimiento del servicio
de deuda, mientras que la demanda de los productores
está afectada por los flujos de fondos esperados y
decisiones financieras más prudentes.
Se observa un crecimiento de los créditos vencidos, pasan
do de 4,4% a 5,3% en el último año, mientras que en el
quinquenio cerrado a 2015 la tasa promedio de morosidad
había sido de 1%. En este marco el financiamiento bancario,
tanto para activos biológicos como para equipos
agropecuarios hoy es menos accesible y con mayor requerimiento
de garantías y cumplimiento de compromisos.
Presión tributaria
Otros de los factores de pérdida de rentabilidad que indican
los productores es la trayectoria de la carga
impositiva que ha tenido el sector en los últimos años.
De acuerdo a información de OPYPA, la recaudación de
impuestos al agro (incluidos aportes patronales a BPS)
en los años 2013 y 2014 fue de U$S 330/340 millones, mientras
que en 2015 y 2016 bajó a U$S 260 millones. En este
último año subió 10% y se ubicó en el orden de los 280
millones de dólares.
Si analizamos la presión tributaria medida sobre el PIB
agropecuario en 2017 es algo superior al último quinquenio,
aunque es similar a la presión media de las últimas
dos décadas. En 2017 representó 8.8% del producto, mientras
que en los últimos cinco años promedio fue de 8.3%.
Los tributos que se han incrementado han sido los impuestos
sobre la tierra -contribución inmobiliaria, impuesto a
primaria, patrimonio-. En cinco años pasaron de 140 a 180
millones de dólares y pasaron de representar en 2013 algo
más del 40% de la recaudación al 65% en 2017.
Oportunidades: inversión y productividad
Las inversiones agropecuarias que tengan viabilidad integral
pueden brindar la posibilidad de incrementar la
productividad o disminuir los costos de operación de los activos biológicos.
Hasta 2013, impulsadas por los altos precios internacionales
de los productos agropecuarios se alcanzaron valores
récord de inversiones agrícolas. Al descender los precios
de los commodities se dieron tres años de baja de
inversiones: leve descenso en 2014 y caídas relevantes
en 2015 y 2016, de 53 % y 38% respectivamente.
En 2017 las importaciones de maquinaria agrícola de Uruguay
fueron de 102 millones de dólares, mientras que en
el año anterior habían alcanzado 82 millones, lo que determinó
un aumento de 22% en la evolución del indicador
que elaboramos. En el año todos los componentes
de la inversión en maquinaria agrícola crecieron,
cosechadoras y tractores aumentaron 26%, mientras que
las sembradoras incrementaron 17%.
Algunas precisiones respecto a la recuperación de la inversión
agrícola de 2017:
• se alcanza luego de haber llegado en 2016 a valores
mínimos de la década
• si bien crece el valor del índice, se ubica en 35% del
nivel récord de 2013
•se da en un contexto de bajo dinamismo de la inversión
privada y de dificultades en la rentabilidad y endeudamiento
del agro
Las importaciones en maquinaria agrícola del último año
determinaron también un aumento en el indicador de
inversión anual en dólares corrientes por hectárea sembrada:
U$S 58 en 2017 y U$S 44 en 2016. Aún se sitúa
muy por debajo de valores promedios registrados hasta
2014 de U$S 121 por hectárea.
El importante stock de inversiones en maquinarias agrí-
colas acumulado posibilitó incrementos de productividad
hasta la zafra 2013-14, que se estancó en los años
siguientes con menores niveles de inversión.
El desempeño productivo de 2017, impulsado por factores
climáticos permitió retomar incrementos de productividad
ya que creció 1% el índice que elabora nuestro
Estudio sobre base de la media móvil de rendimientos
ponderados de los principales cultivos. Por su parte, la
tasa media anual de aumento de productividad agrícola
de la última década se situó en 0,8%.
La actividad agropecuaria integra el sistema de los
agronegocios que además comprende a proveedores de
insumos, equipos y servicios agropecuarios, operadores
de almacenaje y transporte, industrializadores y distribuidores.
Es relevante para la economía de Uruguay ya que más del 70% de las exportaciones son de base
agropecuaria, la agroindustria representa 60% del total
de la industria y se emplean unas 240.000 personas en
toda la cadena.
En el desarrollo de su actividad obtiene productos
agropecuarios como resultado de la acción de la naturaleza
y gestión, por lo que presenta riesgos extraordinarios
referidos al clima. Como el principal destino de su
producción es la exportación tiene también riesgos de
mercado dependiendo de la oferta, demanda y precios
internacionales.
Adicionalmente como sus ingresos son principalmente
en dólares y algunos de sus costos productivos son en
pesos presenta riesgos financieros y económicos referidos
al tipo de cambio.
Por lo tanto su rentabilidad tiene una gran variabilidad
dependiendo de las cantidades producidas, precios obtenidos
y costos de producción en dólares. Hasta 2014,
con superprecios internacionales el agro tuvo importantes
márgenes de beneficios, pero la caída de los precios
determinó caídas significativas de rentabilidad.
Las inversiones en nuevos equipos y tecnología son clave
para mejorar su productividad, eficiencia y capacidad interna
de competir. Estudios realizados por INIA muestran
que el productor agropecuario está abierto al cambio tecnológico,
con la incorporación de robótica, automatización,
genética y tecnologías sustentables en sus procesos
productivos. A nivel mundial la inversión en tecnología
agropecuaria presenta una tendencia de importante
crecimiento, incluyendo inversiones en tecnologías de
la información y robótica, según un relevamiento efectuado
por la firma CB Insights en 2016 creció más de 40%
y en 2017 se duplicó.
El agro, para incrementar sostenidamente la inversión,
además de recuperar rentabilidad, requiere financiamiento
e incentivos adecuados.
*Contador Público, Universidad de la República. Diploma
de Especialización PMD Program for
Managment Development, ESADE Barcelona.
Socio Director de CARLE & ANDRIOLI, firma miembro
independiente de Geneva Group International.
Consultor en finanzas corporativas, Asesor de Dirección
de Empresas y Profesor en Universidad ORT
del Programa Dirección de Agronegocios.